En
este ensayo pretendo mostrar que la vaguedad de la que habla Bertrand
Russell en su ensayo “Vaguedad” no es mala si se es consciente de
ella y se sabe usar correctamente. Defiendo que gracias a la
vaguedad tenemos un lenguaje ágil. También insisto en la necesidad
de saber que todas las palabras, en cierta medida, son vagas. Y
destaco la importancia de advertir tal vaguedad para evitar un error
a la hora de comunicar algo a alguien.
Todo
técnico de sonido sabe que la calidad final de una grabación
digital es la que proporciona el componente de más baja calidad
usado en el proceso. Para grabar sonido, se necesita un micrófono,
un cable, una tarjeta de sonido y un soporte que guarde lo grabado.
Entonces, en una escala del 0 al 10, suponiendo que 0 es el mínimo
de calidad y 10 el máximo, si la calidad de la tarjeta de sonido es
4 y la del resto de componentes es superior a 4, la grabación
resultante guardada será de calidad 4.
Ocurre
lo mismo con las oraciones. Bertrand Russell defiende que todas las
palabras son vagas. Esto significa que no son exactas, que “la
relación entre el sistema representativo y el sistema representado
no es biunívoca, sino multívoca”. La mayoría de las veces que se
usa la palabra “agua” es para referir al agua potable, y cuando
no es potable, generalmente se especifica. Pero también es verdad
que se puede tratar de “agua” lo que contiene un vaso “lleno de
bacilos de tifoidea” sin apenas advertir el error. Russell pone
este ejemplo para mostrar que la palabra “agua” es vaga.
Russell
también explica que hay distintos grados de vaguedad. La vaguedad
nace en nuestra incapacidad para conocer completamente el mundo
material que nos rodea, y es un error que se acumula a todas las
palabras que usamos para referir a él. Pero siempre en cierta
medida. Cuanto más conocemos aquello a lo que nos referimos y más
capacidad tenemos para describirlo, menos vago es nuestro concepto
transmitido. “No podemos apreciar a simple vista la diferencia
entre dos vasos de agua, uno lleno de agua potable, mientras el otro
está lleno de bacilos de tifoidea. En este caso un microscopio nos
permite ver la diferencia”, y reduciremos el grado de vaguedad de
la palabra “agua” matizando que está lleno de bacilos de
tifoidea.

Gracias
a que las palabras son vagas, tenemos una comunicación rápida. Si
la composición de la cerveza es indiferente, siempre que se mantenga
entre unos márgenes, se puede usar la palabra “cerveza” para
referir a cualquiera de las posibles composiciones dentro de tales
márgenes. A su vez cualquiera puede servirse del contexto para que
se le sirva la cerveza fría, ya que sería raro que en un bar de España no se
sirviese la cerveza fría. Pero advirtamos que si se estuviese
pidiendo la cerveza a la dependienta de un supermercado y se quisiera
fría, si que debería especificarse que se quiere fría.
Por
último, no se puede perder de vista que la cerveza que se pide, en
última instancia, es una, concreta. Cualquiera de las posibles, pero
solo una de ellas, no todas. Lo mismo pasa con las personas: todos
nos sentimos identificados cuando se habla de “la persona”, pero
no hay otra persona que cada individuo. Yo soy persona, y soy una
realidad completamente distinta de ti, lector. Y esto no significa
que tú no seas persona, también lo eres, pero ni tú eres yo, ni yo
soy tú.
Las
palabras nacen para referir a las cosas, pero no debemos olvidar que
guardan una relación inmediata con el concepto, y el concepto es
abstraído. Gracias a que una misma palabra tiene la capacidad de
referir a múltiples objetos que comparten unas mismas
características, hemos podido desarrollar un lenguaje útil. Pero
debemos ser conscientes en todo momento de que, en último término,
las palabras refieren a un objeto real y concreto, material.
Perder
de vista esto en cualquiera de las palabras que compone una oración
supondría poner en peligro la referencia de todas las demás
palabras que compongan la oración. La vaguedad de la palabra mas
vaga infecta la oración de la misma manera que un cableado de mala
calidad puede acabar con la calidad de una grabación de música.
Debemos ser cautos, porque no es lo mismo una pecera con peces que
una pecera sin peces. Y tampoco “pecera sin peces” tiene por qué
ser “pecera vacía”. Puede estar llena de canicas.
A diferencia de lo que parecen opinar Russell y Frege, muchos autores están de acuerdo en esto que dices. Sin embargo, no resuelve muchas cuestiones relacionadas con la vaguedad. Por ejemplo: ¿Siguen siendo válidas las leyes de la lógica clásica?
ResponderEliminarCreo que la pregunta sería más bien: ¿hasta qué punto la lógica (clásica y no clásica)es representativa de la realidad?
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